La solidaridad también está en los fogones

Caldero solidario

‘La unión hace la fuerza’, dice el refrán, y el Caldero Solidario, un proyecto de Cáritas Diocesana de Tenerife y en concreto, del Arciprestazgo de La Orotava, es un buen ejemplo de ello. La idea original era buscar un lugar concreto para que los voluntarios pudieran preparar comida caliente para la gente sin recursos. Pero el Estado de Alarma aceleró una iniciativa que se tuvo que reorientar dado que había muchas personas que querían colaborar pero no podían salir de su casa, y otras tantas necesitan comer.

Así, un total de 15 mujeres con edades y perfiles diferentes pero con el mismo objetivo en común, cocinan desde finales de marzo y la Unidad Móvil de Atención en Calle (UMAC) se encarga de repartir los platos entre los 40 usuarios que atiende en el Puerto de la Cruz. Cada una de ellas lo hace en su casa, pero todas cocinan lo mismo y juntas llenan un caldero industrial, de grandes dimensiones, que conserva el calor necesario para ofrecer un plato caliente a quienes peor lo están pasando en esta crisis.

Lo hacen dos veces en semana divididas en tres grupos y para unas diez personas aproximadamente, el equivalente a un kilo o kilo y medio de comida. No se exige ninguna cantidad sino que preparen la comida con los recursos que tengan. “Es curioso porque quieren hacer más pero ninguna tenía ollas más grandes”, explica Cecilia Cruz Gandullo, técnica que acompaña el voluntariado de Cáritas del Valle de La Orotava.

Personas en situación de sin hogar

Ella es quien las coordina y también quien se ocupa de ir en su coche, casa por casa, a recoger la comida con todas las medidas sanitarias, buscando la dignificación de las personas que atienden y la forma más apropiada para hacer valer sus derechos de alimentación. Comienza desde temprano para tenerlo todo listo sobre las 10.30, hora a la que tienen convocados a los destinatarios de los alimentos.

El viernes tocó garbanzas pero puede ser potaje de verduras, rancho con carne y chorizo, arroz caldoso o lentejas, que se complementan con otro tipo de alimentos para que los usuarios a los que atiende Cáritas estén abastecidos durante la semana. El menú varía de acuerdo a la propuesta que haga Cecilia por wazap que casi siempre cuenta con el beneplácito de todo el grupo. “Atendimos la demanda de la UMAC que era que pudieran tener al menos una o dos veces por semana un plato caliente. Por eso nos planteamos esta opción que se complementa con los alimentos enlatados que le damos, ya que no tienen donde cocinar”, sostiene la técnica.

Herramienta de sensibilización

Pese a que Cáritas propuso inicialmente facilitarles los ingredientes, las 15 mujeres argumentaron que ellas los compraban dado que era su aportación al proyecto. “Ha sido una oferta totalmente generosa y por eso cada una brinda lo que puede y quiere”, apunta Cecilia.

La experiencia también les ha servido a todas ellas para aprender, ya que hay platos que nunca habían elaborado. Se han molestado en buscar la receta, le preguntan a los usuarios si les ha gustado, si tenía suficiente sal o si quieren más. “Se preocupan mucho y estos últimos siempre les muestran su agradecimiento”, destaca la técnica.

Al mismo tiempo, ha sido una herramienta de sensibilización para quienes no conocían el proyecto que Cáritas desarrolla a pie de calle y que ellas se han encargado de difundir, conocer los datos reales y por lo tanto, “ser portadoras de noticias veraces y desmentir los bulos”, subraya. Al comienzo fue todo más sencillo porque al coincidir con el confinamiento casi total de la población prácticamente no había gente en la calle. “Había una cierta intimidad y nadie veía quien se acercaba al furgón de Cáritas, una situación que fue cambiando con la desescalada y que ha provocado situaciones desagradables con gente que no comparte la labor que realizamos. Es más, les molesta”, manifiesta Cecilia.

Intimidad

Sin embargo, lo que no saben es que detrás de ese plato de comida caliente hay un proceso de acompañamiento y una realidad diferente que en muchos casos se ha agravado como consecuencia de la actual crisis sanitaria y económica. Este grupo de 15 voluntarias, que sin ser cocineras profesionales han demostrado que la solidaridad también está en los fogones, ya le han trasladado a Cecilia su voluntar de continuar con este proyecto cuando vuelvan a sus puestos de trabajo y se organizarán para que así sea.

El Caldero Solidario se mantendrá mientras dure el Estado de Alarma “aunque no de esta manera por cuestiones de espacios y de nomativa sanitaria”, aclara la técnica. Se intentará que en lugar de hacerlo de manera itinerante se organice en un espacio concreto, donde las personas puedan ir a comer para evitar así hacerlo en la calle llevando los taper. “Vamos a ver si nos podemos adaptar y buscar la forma más digna”, recalca Cecilia.

 

                                                       Artículo publicado en el Diario de Avisos (Autora: Gabriela Gulesserian)

 

Actualizado 1 junio, 2020