Cáritas apuesta por una economía solidaria que pone a la persona en el centro, al servicio de los derechos humanos y que prioriza el cuidado del planeta.
Desarrollamos proyectos en los que la persona es el centro de la actividad económica.
- Programas de empleo inclusivo, que favorecen el acceso a un empleo digno a quienes tienen más dificultades.
- Iniciativas de economía social, que crean oportunidades laborales en empresas de inserción y cooperativas.
- Compromiso con las finanzas éticas que aúnan beneficios sociales y económicos.
- Propuestas de comercio justo y consumo responsable como herramientas de transformación social.
- Otras acciones que ponen en valor la solidaridad y promueven el tejido social y comunitario.
El papel de todos los actores que intervienen en la actividad económica es importante. Por ello, la colaboración con las empresas es vital para avanzar hacia la construcción de una economía solidaria.
Para Cáritas, la economía solidaria es un reto y una realidad. Un reto porque cada día tomamos conciencia de la responsabilidad de nuestras decisiones en la construcción de un mundo más justo. Una realidad porque hay muchas iniciativas en marcha que son signo visible de que cada vez estamos más cerca.
Cáritas entiende la Economía Solidaria como la construcción de un modelo económico diferente y alternativo al sistema vigente. Un modelo que ya está en marcha y que se concreta en todo un conjunto de iniciativas promovidas por personas, comunidades, organizaciones y redes -sociales y académicas- que ponen a la economía al servicio de la justicia social y del ejercicio de los derechos humanos.
Una economía que antepone el respeto al planeta y a sus recursos a otros intereses de corto plazo. En esta línea, partimos de una dolorosa constatación, que el sistema económico actualmente imperante genera injusticia, desigualdad y pobreza a gran parte de las personas que habitan nuestro planeta y se muestra irrespetuoso con su propia sostenibilidad.
El Papa Francisco lo ha expresado con contundencia: “Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata.” (Evangelii Gaudium, 53 y 54).
Al mismo tiempo, partimos de una firme convicción: el actual modelo económico no ha dado ni dará respuesta a estas grandes desigualdades entre pueblos y personas, sino que por el contrario, contribuye a su imparable aumento.