En ocasiones nos contentamos con ser buenas personas. No está mal, pero no deberíamos contentarnos con menos que con llevar a plenitud todas nuestras posibilidades. Para esto sirve la Semana Santa. Es posible que esta semana sea “santa”. ¿Qué hace que sea santa? Será santa si nos sirve de medio de santificación personal. Un santo o una santa no es una escultura de yeso. Un santo o una santa son buenas personas que tuvieron la heroica actitud de alcanzar la excelencia moral. Fueron unos descontentos cargados de entusiasmo.
No se pueden imaginar la de veces que he recordado la invitación de don Damián Iguacen: “Siempre insatisfechos, siempre descontentos, porque podemos ser mejores; pero nunca desanimados, desilusionados nunca”. Una extraordinaria propuesta de vida buena buena. Parece que tiene más fuerza que decir buenísima. Una vida buena buena, como cuando describimos un postre o un buen plato: Está bueno bueno. Pues hay posibilidad de un vida buena buena.
Es cierto que hablar de santidad parece que es hablar de una bondad trascendente y sobrenatural como si no tuviera que ver con el aquí y ahora de las complitaciones de la vida. Y hemos de rescatar la santidad de los tejados en la que la hemos colocado. La historia de las personas santas es una historia muy encarnada en los avatares y turbulencias de sus vidas complicadas. Siempre será verdad que no hubo santos sin pasado, ni hay pecadores sin futuro. Porque la santidad es una semilla que viene del cielo, pero que no brota sino en el suelo que pisamos los mortales.
Hay vidas buenas. Muchas. Pero la buena buena tiene las raíces sembradas en el cielo. Nace de una amistad con Dios. Amistad que es viable y posible en este tiempo y que, por ese origen tal alto, nos hace paladear la eternidad. Es la vida buena buena. La Semana Santa que escribimos con mayúscula es fuente de esa vida buena buena. Nos invita a contemplar al que atravesaron por ser humilde y paciente. Nos invita a seguir e imitar a quien supo ser víctima con la elegancia y altura moral de quien sabe perdonar. Es una semana que nos recuerda que los conflictos se ahogan en la paz, y que la paz nace de la búsqueda de la justicia. Una semana para comprender que la justicia necesita del amor. Y que quien ama ya ha cumplido toda la ley.
Si no te gustan las procesiones no pasa nada. Hay otra Semana Santa. Si te fuiste de vacaciones con la familia o con los amigos, tal vez ahí puedas descubrir la hermosura de la santidad de la semana mascando algún que otro sinsabor. Siempre podemos dejar que la santidad se nos introduzca por las rendija que deja el aburrimiento y el sinsentido. No tires la toalla, que buena buena hay semanas posibles.
Término esta invitación contemplando la figura rota de un hombre esculpido en madera del sigo XVII. La figura sedente de Jesús llagado. Y -espero que me lo permitan- en este momento le he pedido por cada una de las personas que trabajan en Cáritas. Le he dicho que les conceda ser buenas buenas, felices al doble de lo anhelado. Y que esta semana sea para todos santa y buena. Santa santa, y buena buena.
Juan Pedro Rivero González
Delegado de Cáritas Diocesana de Tenerife
(Foto: Turismo de La Laguna)
Actualizado 5 abril, 2023