Matilde Martín Felipe y Cáritas Diocesana de Tenerife, 70 años juntos

Matilde Martín

Si hay una persona que ejemplifica el camino que ha seguido Cáritas Diocesana de Tenerife en la Isla a lo largo de los últimos 70 años, esa es Venencia Matilde Martín Felipe, una tejinera que acaba de cumplir 87 años, que ha acompañado el devenir de nuestra entidad prácticamente desde sus orígenes. No en vano, esta voluntaria de la Cáritas Parroquial de San Bartolomé de Tejina, empezó su labor antes incluso de que la institución empezase su andadura allá por los años 50, cuando Cáritas celebró su primera Asamblea en Tenerife, impulsada por el entonces obispo nivariense Domingo Pérez Cáceres.

Fue por esa época cuando Matilde inició su vinculación a la Acción Social de la Iglesia, apenas con 17 años, primero en la denominada Acción Católica y luego con los repartos de la “Ayuda Americana” de leche y ropa junto a “Doña Úrsula”, una de las primeras personas que empezaron con Cáritas en su parroquia.

Acogida y acompañamiento

“Mi vinculación a Cáritas fue por el compromiso con la parroquia, por el deseo de servir en lo que se necesitase”, expone Matilde, quien recuerda que en aquella época también el párroco, que había sido misionero, “se preocupaba mucho por la promoción de las personas, e incluso había una actividad que era estudio y charlas, no solo sobre religión también de temas de actualidad”.

Esa labor de acogida y acompañamiento que ha desempeñado Matilde durante más de 50 años, hizo que incluso la comunidad parroquial le brindase un homenaje el pasado 27 de marzo, como reconocimiento a todos estos años de entrega a la parroquia, como catequista y como voluntaria de Cáritas Diocesana de Tenerife.

Para Matilde, no obstante, su dedicación va íntimamente relacionada con el trabajo que cada día sigue haciendo la acogida parroquial de su localidad, hasta el punto de considerar a Cáritas como “la voz de la parroquia en el pueblo”.

“La pandemia ha modificado la acción de Cáritas, porque en muchos momentos no hemos podido estar cerca de la gente; y ha sido difícil, porque para mí lo más importante en Cáritas es la acogida, el poder hablar, sonreír y abrazar a las personas”, subraya.

«El abrazo de Jesucristo»

En este sentido, recuerda con mucho cariño a un chico joven, hace años, que después de estar un tiempo en Tenerife, volvió a su tierra natal, Sevilla; pasó por la parroquia para despedirse y le dijo: “No vengo a pedir nada, solo a darle un beso y un abrazo, en agradecimiento a todo lo que hizo por mí”. Para ella, ese beso y ese abrazo fue como si se lo hubiese dado “el mismo Jesucristo”.

A sus 87 años, y a pesar de que ha tenido que dar un paso a un lado en los últimos meses, afirma que seguirá colaborando con Cáritas “en lo que pueda”, aportando su experiencia y cariño, sobre todo a la hora de hacer las acogidas, que durante muchos años tuvo que hacer sola, aunque nunca tuvo miedo.

“Por mi edad y la situación en la que nos ha dejado la pandemia, ya no podré seguir haciendo la misma labor de voluntariado que antes, pero seguiré ayudando en todo lo que pueda, porque todo lo que hago lo hago por mi entrega a la Iglesia a la que pertenezco”, concluye.

 

Actualizado 1 abril, 2022