Oussama buscaba en España un futuro mejor para él y su familia. Después de una durísima travesía en cayuco, el futuro no se presentaba demasiado halagüeño para él y el resto de los jóvenes que acabaron hacinados en el campamento de Las Raíces, en La Laguna. Su tesón y esfuerzo, sin embargo, ha propiciado que cada vez tenga más cerca su objetivo de establecerse en Europa, el verdadero sueño de los miles de migrantes africanos que cada día se juegan la vida en el Océano Atlántico.
En ese sueño han adquirido un papel fundamental personas voluntarias de Cáritas como Jesús, Elisuán, Esther, José y Cristina, que desde hace unas semanas imparten clases de español a chicos como Oussama, todos los martes, miércoles y jueves por la tarde en el Arciprestazgo de Tacoronte. “Vengo a dar las clases porque enseñar al que no sabe es una obra de caridad”, recuerda Esther, quien deja claro que “para mí es importante aprender de lo que me dicen, porque ellos también nos enseñan y necesitan hablar, contarnos cómo era su vida, la historia de su familia; y yo he aprendido mucho con ellos”, destaca.
Empatía y solidaridad
Para la voluntaria de Cáritas Diocesana de Tenerife, “es muy gratificante ver lo agradecidos que están con las clases; verles las caras cuando cada tarde al terminar nos dan las gracias, es muy gratificante”.
En la misma línea se expresa José, otro de los profesores voluntarios. “Creo, sinceramente, que uno de los aspectos que nos hace humanos es la capacidad de empatizar y solidarizarnos con los menos favorecidos”. “Cualquiera de nosotros podría verse un día en esa situación de necesitar ayuda en algún aspecto, ya sea material o humana”, recuerda José, que también subraya la importancia del “valor cristiano”. “Si sigues a Cristo, uno tiene el deber de ayudar a su prójimo”, destaca.
“Personalmente, debo dar gracias por todo lo que me ha dado Dios y la vida. Y ello debe revertir un poco en los demás. Aunque sé que doy poco para lo mucho que he recibido”, confiesa.
Comunicarse en español
Oussama, por su parte, está eternamente agradecido a sus profesores y al voluntariado de Cáritas Diocesana de Tenerife, y deja claro que le gusta venir a clase, sobre todo porque necesita hablar español “para conseguir un trabajo”.
En un más que decente castellano, y a pesar del poco tiempo que lleva en las clases, Salif señala: “Yo todos los días que hay clase vengo para aprender español y poder hablar con otras personas”.
Una afirmación que suscribe Zouheir, quien deja claro que quiere aprender español “poco a poco”, para poder “entender a los demás”. “Aquí me tratan bien muy mucho”, asevera entre risas.
Sus testimonios confirman el éxito de la iniciativa emprendida por el voluntariado vinculado a Cáritas Diocesana de Tenerife, al que se han sumado otras personas de la zona. Una de ellas es Cristina, una maestra jubilada que asegura que para ella dar clases de español es una oportunidad “doble”.
“Mi primera motivación ha sido poder acoger como hermanos y hermanas a las personas jóvenes que vienen a nuestra Isla, con los medios de los que dispongo, que son mi experiencia y mi formación de maestra”. “Tengo dos hijos y siempre me he planteado el hecho de que si fueran a buscar una vida y un horizonte mejor a otros países, querría que los trataran como iguales”, concluye Cristina.
Actualizado 20 octubre, 2021