«Jesús siempre estará con nosotros en esa sacramentalidad del pobre»

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La carta del Papa Francisco con ocasión de la V Jornada Mundial de Los Pobres, que se celebra mañana domingo 14 de noviembre, hay que leerla. No debemos sustituir su lectura por nada. Hagamos ese esfuerzo que, como siempre, nos enriquecerá. Pero me atrevo a proponerles un párrafo de esa extraordinaria carta:

“Jesús no sólo está de parte de los pobres, sino que comparte con ellos la misma suerte. Esta es una importante lección también para sus discípulos de todos los tiempos. Sus palabras «a los pobres los tienen siempre con ustedes» también indican que su presencia en medio de nosotros es constante, pero que no debe conducirnos a un acostumbramiento que se convierta en indiferencia, sino a involucrarnos en un compartir la vida que no admite delegaciones. Los pobres no son personas “externas” a la comunidad, sino hermanos y hermanas con los cuales compartir el sufrimiento para aliviar su malestar y marginación, para devolverles la dignidad perdida y asegurarles la necesaria inclusión social. Por otra parte, se sabe que una obra de beneficencia presupone un benefactor y un beneficiado, mientras que el compartir genera fraternidad. La limosna es ocasional, mientras que el compartir es duradero. La primera corre el riesgo de gratificar a quien la realiza y humillar a quien la recibe; el segundo refuerza la solidaridad y sienta las bases necesarias para alcanzar la justicia. En definitiva, los creyentes, cuando quieren ver y palpar a Jesús en persona, saben a dónde dirigirse, los pobres son sacramento de Cristo, representan su persona y remiten a él.” (nº 3).

Solidaridad fraterna

Esta llamada a la solidaridad fraterna, al duradero compartir, sin rechazar las acciones puntuales, es una llamada hermosa. Con cuánto mimo queremos en Cáritas usar el término participante en nuestras acogidas y acciones. Porque en la comunidad todos somos hermanos y todos partícipes. Cada cual desde sus dones y limitaciones.

No perdamos la perspectiva: Jesús siempre estará con nosotros en esa sacramentalidad del pobre. Porque donde tuvo hambre, sed, miedo o heridas, y fue atendido, fue a Él a quien atendimos. Porque «A los pobres los tienen siempre con ustedes» (Mc 14,7). No es un grito de resignación, porque no podamos superar el drama de la pobreza. Es el grito confiado de que, aun sin pobres, Él siempre se nos hará presente como en Pobre, que, anonadado y carente de todo, se ha convertido en Señor y Juez de la historia. Buena, dichosa y fructífera Jornada Mundial de los Pobres.

 

Juan Pedro Rivero
Delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Tenerife