Isabel y Carmen, un lazo de afecto y cariño gracias a Cáritas

Carmen e Isabel, en la casa de esta última en Tegueste.
Carmen e Isabel, en la casa de esta última en Tegueste.

Carmen empezó el pasado mes de marzo de este año su voluntariado en Cáritas Diocesana de Tenerife, en concreto en el Arciprestazgo de Tegueste. Desde el principio, se interesó por el proyecto de acompañamiento a personas mayores solas en situación de vulnerabilidad. Fue así como conoció a Isabel, con la que inició esta labor solidaria en mayo.

A pesar de sus 91 años, Isabel se encuentra bien de salud, e incluso cuida a su marido, que padece un problema de movilidad. “Para mí, lo más hermoso y sorprendente de esta labor de acompañamiento de una hora semanal, es el cariño y la conexión que tuvimos desde un primer momento”, denota Carmen, que explica que a lo largo de estos meses ha visto cómo Isabel ha pasado de no saber leer ni escribir, “porque las circunstancias de la vida le impidieron ir a la escuela”, a lograr introducirse en la aventura de leer y descifrar lo que los libros, las cartas o las facturas le habían ocultado todos estos años. Y es que, como le pasaba a la mayoría de las mujeres de su época, era más habitual que chicas como Isabel tuvieran que ayudar en la casa, en la huerta, cuidar de los hermanos…, y no tenían tiempo de acudir al colegio.

El cobijo de la fe

“Para mí, que he sido maestra siempre, es una dicha pasar tiempo con Isabel. Yo le he dado compañía, pero ella me ha ayudado a descubrir alguno de los talentos que yo ignoraba poseer y a darme cuenta de cuál es mi propósito en la vida”, insiste Carmen, quien deja claro que “admira” el tesón de Isabel, quien a pesar de los avatares que ha sufrido y tragado, “lucha y sigue adelante con una seguridad en sí misma sorprendente, superando los muchos momentos de soledad que le imponen sus circunstancias”. Porque, como dice ella, “su único cobijo es la fe que tiene al Corazón de Jesús”.

“Yo la tuteo, y ella me trata de usted, porque es lo que le enseñaron desde pequeña, que a las personas mayores se les trata de usted y con respeto”, cuenta Carmen, que insiste en que “cada día que compartimos me habla de sus recuerdos, sus costumbres buenas y malas sin perder el ánimo; dice que para ella, cada intento fallido que deja atrás, es un paso nuevo que la lleva hacia adelante. Porque si no, ¿qué sería la vida sin esperanza? Ahora las dos estamos aprendiendo a recuperar la esperanza”.

Una maleta grande

“Hace unos días, al despedirnos, me miró y me dijo: “Carmen, en el momento de morir sólo te llevas lo que has dado, así que usted va a tener que comprarse una maleta grande porque después de esto se lleva mucho. No supe qué decir”, dice Carmen con lágrimas en los ojos.

Para Isabel, además de su hijo, que es un motor importante en su vida y quien consigue “sedarle el alma”, Carmen se ha convertido ya en alguien en quien confiar y a quien agarrarse, dos corazones a los que Cáritas ha unido ya para siempre.

 

Actualizado 24 noviembre, 2023