“A lo largo de todos estos años, Cáritas me ha enseñado a ver al otro como a un igual, como a un hermano o una hermana”

Pepi La Cuesta

María Josefa García Hernández comenzó su labor de voluntariado en Cáritas hace ya más de 25 años, cuando en la parroquia de la Cruz del Señor de Santa Cruz de Tenerife ni siquiera existía como tal nuestra entidad. Animada por el sacerdote Paco Arteaga, Pepi, como la conocen todos cariñosamente, fue una de las fundadoras de aquel grupo parroquial, junto a su amiga Carmen Nieves, con la que todavía hoy sigue realizando la acogida.

“Nos conocemos desde la época en que nuestros hijos estaban juntos en la catequesis de confirmación, allá por los años noventa”, explica Pepi, quien recuerda cómo fueron los primeros pasos de la Cáritas parroquial, donde se empezó a reunir un grupo de personas voluntarias que comenzaron a atender a familias necesitadas de los barrios capitalinos de Los Gladiolos y de la Cruz del Señor.

Al dictado de la fe

Tras casi tres décadas en Cáritas Diocesana de Tenerife, esta voluntaria deja claro que lo que la ha mantenido en la entidad durante tanto tiempo ha sido su “fe”. “A veces he vivido situaciones que me impactaron mucho, por las realidades de las familias que atendemos. Se sale muy abrumada de las acogidas, y en otras épocas había menos ayudas públicas o se desconocían las alternativas”, insiste Pepi, quien relata que “al principio estaba una trabajadora social con nosotros, Marisol, que nos orientaba en la labor y las respuestas que ofrecíamos”.

En este sentido, Pepi recuerda cómo ha ido evolucionando la atención que se ofrece a los colectivos más vulnerables, e incluso cómo prefirió trabajar con el grupo de Cáritas parroquial porque la experiencia que vivió con el ropero de la iglesia no le gustó, por la “desigualdad” que indirectamente se estaba fomentando. Y es que, en su opinión, “o se le da a la persona que venga lo mejor que se tenga, o nada, independientemente de que sea tu amiga, de que te caiga bien o no”.

Dignificación en la entrega de alimentos

De igual modo, Pepi asegura que “nunca” recuerda haber repartido bolsas de comida en su barrio, La Salud, donde siempre se ha trabajado con “vales de supermercado”, para que las familias que acuden al servicio “puedan comprar lo que necesiten, con el máximo respeto y dignidad hacia ellas”.

Así, María Josefa considera que “con el tiempo se ha mejorado la organización; antes cada Cáritas estaba en su parroquia de manera individual; ahora es más global, nos conocemos todos en el Arciprestazgo y trabajamos en común”. En cuanto a la institución, Pepi confiesa que desde que empezó hasta ahora “ha habido un cambio importante”; “ahora se requieren más papeles, porque también hay más ayudas institucionales; antes era un ambiente más familiar, mientras que ahora llegan muchas personas y a mí me cuesta gestionar todo el papeleo, porque prefiero hablar con la gente. Por eso es bueno formar parte de un equipo de personas y distribuirnos los diferentes servicios que realizamos”, agrega.

Por último, Pepi deja claro que su vivencia de voluntariado la ha hecho “más sensible a todo” y, “si no toleras la injusticia, puedes llegar hasta el punto de cabrearte, de necesitar hacer algo para cambiar las cosas”. “Y eso es sobre todo lo que me ha enseñado Cáritas, ver al otro como un igual, como a un hermano o una hermana”, concluye.

 

Actualizado 18 abril, 2022