«Vayan a Belén»

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Esta invitación es la que han elegido en la Diócesis de Tenerife para este tiempo de Adviento, de preparación para la Navidad. Es una invitación que no pretende ser impositiva. Es una posibilidad, una oferta que está abierta para nosotros en este tiempo. Podríamos no ir, y quedarnos en lo acostumbrado, en lo de siempre. Porque de ir o no ir, estas próximas fiestas navideñas serán de una u otra manera.

Belén es, en su sentido etimológico, es la tierra del pan. Belén es la tierra del pan. En su sentido geográfico es un pueblo de Palestina. Aquella tierra está ahora en guerra. ¿Cómo vamos a ir? Si el lema del Adviento supusiera una aproximación etimológico o una mera invitación geográfica, esta invitación sería imposible. Pero es una invitación moral, una invitación espiritual. Y, de esta manera, todos podemos responder a la invitación a ir a Belén. Podemos ir a Belén.

Construir la paz

Belén es tierra de pan y de paz, y este año está en guerra. Ellos y, tal vez, también nosotros. Porque hay guerras con mayúsculas y guerras con minúsculas. Y de esas batallas minúsculas por motivos insustanciales sabemos. La paz no se da solo porque no haya guerras con mayúsculas. Es una actitud profunda que se edifica sobre la concordia, la empatía, el diálogo, la compasión, el respeto y la justicia. Ir a Belén es adentrarnos en ese camino virtuoso y constructor de La Paz.

Belén es el lugar en el que quiso nacer el Señor. Y vino para quedarse. No vino de visita para tomar contacto físico con lo humano. Vino de manera definitiva. Vino para estar con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos. Podemos estar de paso por nuestra vida, por nuestro trabajo, por nuestros amigos… Vivir de paso. Ir a Belén no transforma un poco y pasamos de las intermitencias a la definitividad.

Belén es donde está Jesús. Y si quieres saber dónde está no te va a quedar otro modo que leer el capítulo 25 del evangelio de Mateo. Él está donde dijo que estaría. Está tan cerca de tí que, en ocasiones pasa como con las gafas de los miopes. Vemos con ellas, pero no las vemos a ellas. Así de cercano está el Belén al que podemos ir.

Hacer posible lo imposible

Belén es tierra de pastores que se dejan sorprender. No imaginaban lo que iba a ocurrir. Si no se hubieran dejado sorprender por lo inesperado, se hubieran quedado en la pradera. ¿Y si es verdad que es posible encontrar a Dios en un pesebre? ¿Y si es posible lo imposible? ¿Y si la racionalidad tiene horizontes inesperados? La sorpresa es posible en Belén.

En Belén hubo un pesebre que no estaba pensado para lo que fue. Ir a Belén supone sorprenderte de lo que eres capaz de hacer aun sin haberlo imaginado. Por eso Belén está en tu casa, donde acontece  lo más inesperado y sorprendente.

Si quieren, si pueden, vayan a Belén.

 

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

Actualizado 1 diciembre, 2023