Con motivo de la celebración, hoy Jueves Santo, del Día del Amor Fraterno, nuestro delegado diocesano, Juan Pedro Rivero, nos recuerda el origen que, en cierta forma, vincula la vocación de servicio y amor al prójimo de Cáritas con aquella Última Cena de Jesús con sus discípulos.
«Todo comenzó en aquella cena»
En aquella cena última de Jesús con sus discípulos más íntimos. Allí estábamos soñados por el Maestro cada uno de nosotros en nuestro servicio al prójimo. Cáritas nació, de alguna manera, allí… Nos dio ejemplo entonces para que siguiéramos sus huellas. «Hagan ustedes lo mismo» porque si yo, el Maestro y el Señor, me he inclinado para lavarles los pies, así cada uno deberá lavar los pies del hermano. Porque nadie tiene mayor amor que el que entrega la vida por sus amigos. Porque ustedes son mis amigos… Hacer memoria este Jueves Santo de la entrega de Jesús debe ser para cuantos trabajamos en Cáritas un momento de renovación.
Volver a las fuentes del amor y volver a escuchar de labios del Señor el mandamiento nuevo: «Ámense unos a otros como yo les he amado». Como Él nos amó. Esa es la medida de nuestro amor. Un amor de trago amargo hasta el final. Nadie nos ha prometido un camino de éxitos humanos, sino de fidelidad divina. Hasta el final. La cena de Jesús, en la que instituye el gran sacramento de la Eucaristía, es nuestro momento de mayor identidad. Acogemos su presencia y la reconocemos detrás del pan y del vino. Transformados por Él, reconocemos sus presencias en los más desfavorecidos, en los más vulnerables, en los excluidos, en los menos atendidos.
Porque «Yo estaré todos los días con ustedes hasta el final de los tiempos», y sigue estando delante de nosotros en tantos rostros distintos en los que su dolor sigue doliéndole al Padre. Amar al otro es perdonarle, no juzgarles, acogerle, respetarle en su diferencia. Es acompañarle, reconocerle, dialogar con él e integrarlo siempre a la cena de la vida. Amar es mirar con los ojos de Jesús. ¿Creen ustedes que son solo palabras bonitas? No lo son. Son expresiones de una terrible fealdad que afea el horizonte de la sociedad con la fealdad de la pobreza. Y Dios es Señor de la belleza. Todo lo ha hecho bueno y bello. Y hemos manchado sus manos con nuestras insolidaridades fraternas. No tengamos la tentación de repetir palabras solidarias este día si no nacen del corazón.
La palabra debe usar nuestra carne para traducirse me manera comprensiva. Deben ser vidas bonitas, belleza entregada a quienes fuimos hechos con capacidad para distinguir lo hermoso. No somos merecedores de haber sido llamados a este camino extraordinario de amar en los hermanos al Hermano que nos hace hijos de Dios. No merecemos haber sido convocados a formar parte de la belleza de Cáritas. Pero, como repetimos en las misas, es el Señor quien «nos hace dignos de servirle en su presencia». ¡Qué orgullo! ¡Qué dicha! ¡Qué suerte!
Feliz Jueves Santo 2021, hermanas y hermanos miembros de Cáritas Diocesana de Tenerife.
Actualizado 1 abril, 2021