A las puertas de la Asamblea de Cáritas Diocesana de Tenerife, que se celebra este próximo sábado 15 de junio, sentimos una llamada. No viene de nuestro interés, sino que la recibimos como donada. Más bien, la acogemos. Una llamada cargada de esperanza. Es posible reconducir los vínculos de nuestra sociedad herida. Desde individualismo insolidaria, crispado y enfrentado, oímos una llamada a la unidad y la paz. Puede que otras personas no lo crean, o hayan renunciado a buscar esos ideales, o se conformen con la exclusión como un hecho insuperable al que debemos acostumbramos. No nos queremos dejar conquistar la esperanza. Es posible reorientar el corazón. Para esta batalla hemos de ensanchar el deseo.
Relevancia e importancia jurídica
La Asamblea Diocesana es el acto institucional más relevante y de mayor importancia jurídica de la entidad. Es la forma visible de nuestra corresponsabilidad en la marcha de Cáritas Diocesana de Tenerife. Es la visibilización mayor de nuestro vínculo comunitario. Lo expresamos en el voto de aprobación o rechazo de las cuentas y del informe de gestión. Porque de los agentes de Cáritas es la responsabilidad de Cáritas. Y nuestro compromiso con la entidad se visibiliza en este momento especial.
Puede que nos llamen voluntariado, y puede que tengamos un Proyecto de Voluntariado. Hay que hacerlo. Pero lo que somos y hacemos en Cáritas hunde sus raíces en un deseo grande que nace de nuestra identidad cristiana. Somos conscientes de que no es posible ser cristiano aquí y ahora, en estas islas occidentales del Archipiélago de Canarias, sin sentirnos vinculados y comprometidos con Cáritas. Y si fuera posible, eso sería una caricatura.
Amor fraterno
El amor fraterno es nuestro compromiso. La otra persona es el centro de nuestra preocupación, y su rostro el vínculo que nos une al misterio de Dios manifestado en Cristo. Un amor encarnado y redentor. Porque “(…) lo que hiciste con estos hermanos, lo hiciste conmigo”. Y amar de esta manera nos sienta bien. Encaja en nuestra identidad.
Lo mismo que la sal opera su función en la comida disolviéndose, despareciendo, así nosotros. No estamos llamados a fortalecer estructuras, sino a desgastarnos diluidos en la sociedad convirtiéndola en una experiencia de comunidad. Una ciudadanía desabrida se va transformando en una comunidad social sabrosa y nutritiva. Y aquellas aguas bautismales en las que fuimos lavados por el amor de Jesús, son la savia que alimenta nuestras raíces fraternas.
Si alguien te preguntara “¿Para qué vas a la Asamblea de Cáritas? Si no vas, ¿pasaría algo? ¿Qué importancia tiene?”, no dudes en responderle que vas porque eres una persona bautizada, porque tu condición de hijo o hija de Dios solo se hace visible en la experiencia de fraternidad. Y porque Jesús te llama a amarle en los hermanos. Vas porque te has comprometido a generar vínculos fraternos.
Y tu compromiso es tu fuerza transformadora.
Juan Pedro Rivero González
Delegado diocesano de Cáritas Tenerife
Actualizado 7 junio, 2024