Más que un día

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Desde hace seis años, por iniciativa del Papa Francisco, venimos celebrando la Jornada Mundial de los Pobres. En nuestra diócesis, todos los meses, el primer domingo, también tomamos consciencia de que el amor al prójimo que pasa necesidades es fundamental en la vivencia del Evangelio. A pesar de estas jornadas, somos conscientes de que no podemos reducir la caridad ni a una Jornada anual, ni a un domingo al mes. Siempre es cada día. Todos los días, de igual manera que pedimos en el Padre Nuestro el pan cotidiano, lo pedimos y buscamos para el que no lo tiene o no lo puede pedir. El Evangelio nos exige esto.

A pesar de esta llamada permanente de nuestro amor al prójimo, es necesario que, como en las fechas de Navidad, encendamos el árbol, o iluminemos la entrada de casa. Hace falta algo especial para recordarnos lo importante. Pues eso es la celebración de la Jornada Anual de los Pobres; eso es un domingo al mes para la comunicación cristiana de bienes. Encender un foco comunitario que nos recuerde la centralidad que la caridad tiene en la vida de la Iglesia porque es la razón de ser del Evangelio y el núcleo de nuestra espiritualidad.

Justicia y amor fraterno

Este año el Papa nos propone como lema una mirada al acontecimiento de la Revelación y a la Persona de Cristo: “Jesús se hizo pobre por ustedes”. No le bastó hacerse humano, sino que descendió a los últimos niveles de lo humano, conociendo la vida sin hogar, la emigración forzada, y la experiencia de no tener donde reclinar la cabeza. Asumió el extremos de lo humano para manifestar el extremo del amor divino. Así fueron las cosas.  No son expresiones simbólicas o acarameladas por la ternura y la piedad de un Belén que hacemos en casa.

Es la verdad de lo que ocurrió. Un embarazo en dificultad, bajo la amenaza de la sospecha, un hogar humilde, sometido a los vaivenes y circunstancias aleatorias de un trabajo sencillo por cuenta propia, la muerte de un padre, como narra la tradición, y la vida en un hogar monoparental bajo la responsabilidad de una viuda, etc. Aspectos todos distantes de las grandezas de la sociedad romana o judía de aquella época.

No asume la pobreza para bendecirla, sino para iluminar los caminos hacia la luz gozosa de la justicia y del amor fraterno. Y esa actitud es la que en la Iglesia estamos llamados a tener. Como sueña el Papa, en una Iglesia pobre y de los pobres. Como quiso Cristo hacer, adelantando ya en la historia las promesas del Cielo.

Reflexionar

No nos centremos solo en la colecta de esta jornada. Es importante, pero no es lo único. Aunque tenga importancia, es aún más importante reflexionar sobre lo que podemos hacer en favor de las personas que padecen de alguna necesidad. Una jornada para hacernos algunas preguntas: ¿Qué puedo hacer en favor de las personas de mi entorno? ¿Qué situaciones de pobreza existen a mi alrededor? ¿Conozco lo que hacen los voluntarios de Cáritas de mi parroquia? ¿Por qué no dedicar algo de mi tiempo libre a colaborar en Cáritas parroquial?

Estas preguntas, respondamos en cualquier sentido en que respondamos, serán una ocasión para convertir una jornada puntual en un acontecimiento permanente.

 

Juan Pedro Rivero González

Delegado diocesano de Cáritas Tenerife