Candelaria y Manolo Peña, el compromiso “familiar” de Cáritas con los más vulnerables y excluidos

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En el modesto barrio santacrucero de El Sobradillo hay una familia que ejemplifica el compromiso con los más vulnerables y la dedicación a Cáritas. Son los Peña. La madre, Candelaria, pasó más de media vida vinculada a nuestra entidad. Su hijo, Manolo, recogió el testigo de su impagable labor hace ya casi dos décadas, acompañando y apoyando a cientos de personas en situación de exclusión del Arciprestazgo de Taco.

Candelaria, que ahora tiene 88 años, y su inseparable amiga Andrea Cruz, que acaba de cumplir 96, estuvieron vinculadas desde muy jóvenes a la comunidad parroquial, participando en la misma desde la catequesis, la limpieza y por supuesto la caridad con los más desfavorecidos.

“Yo veía a mi madre y Andrea como un ejemplo a seguir; siempre estaban ayudando a los más necesitados, a los que incluso se llevaban a sus propias casas cuando hacía falta”, explica Manolo Peña.

Para él, tanto su madre como Andrea “siempre estaban disponibles” y “abrían su corazón a los hermanos y hermanas más pobres, a los que ofrecían no solo alimentos, también consuelo y socorro material y espiritual”. “Sus testimonios de vida son el fiel reflejo de una absoluta confianza en Dios, transmitiendo a los que las conocemos su amor y seguimiento de Jesucristo y su buen hacer”. No en vano, ambas recibieron el reconocimiento de la Diócesis Nivariense en octubre de 2008.

Por su parte, Manolo Peña también comenzó como catequista hasta que el párroco les invitó a él y su esposa a asumir la Cáritas parroquial. “La primera vez que mi mujer y yo hicimos las acogidas nos derrumbamos. No pudimos dormir y no sabíamos qué hacer. Al principio nos llevábamos los problemas de las personas que atendíamos a casa, y era muy difícil”, subraya Manolo, quien no obstante reconoce que “poco a poco fuimos aprendiendo de las personas que acompañábamos, y aunque ha sido un camino largo y complejo, abriendo nuestro corazón a los demás hemos superado todas las dificultades”.

Además de la Cáritas parroquial de El Sobradillo, también ayudaron a conformar las Cáritas de El Tablero y Machado, donde han visto la evolución que ha vivido la entidad en los últimos años. “El trabajo que se está haciendo ahora con las tarjetas bancarias y las tarjetas de supermercado nos ha ayudado a mejorar y dignificar la atención que damos a las personas”, denota Manolo, quien deja claro que “la gente compra lo que necesita realmente y estamos muy contentos con este cambio”.

Cáritas Diocesana de Tenerife ha ido creciendo mucho desde su puesta en marcha hace ahora 70 años, y según Manolo en los últimos años ha experimentado un cambio radical en cuanto a la labor y el trabajo que se desarrolla, “que se ha especializado y profesionalizado mucho”.

En esta línea, su Cáritas parroquial también ha puesto en marcha visitas a domicilios y también encuentros con los/las participantes en la iglesia y el centro parroquial, “una gran experiencia de compartir entre todos y todas”.

Junto a Manolo, su hijo Airam Lorenzo también colabora esporádicamente con la Cáritas parroquial, lo que supone la tercera generación de una familia que encarna los valores de la Casa a lo largo de los 70 años de su existencia.

Actualizado 12 septiembre, 2022